Como superar el miedo del emprendedor a ser juzgado por otros

Hoy es nuestra segunda entrega de la serie acerca de los miedos del emprendedor. Hace un par de semanas hablamos sobre el “Miedo a sentirte fracasado” y hoy nos toca profundizar en el segundo de los 8 miedos del emprendedor que identificamos hace un tiempo: el miedo del emprendedor a ser juzgado por otros.

No dejes que el ruido de las opiniones de otros apague tu propia voz interior.
— Steve Jobs

El miedo del emprendedor a ser juzgado por los demás es el segundo de los miedos que definimos como miedo a cambios internos, es decir miedo a “sentir” cosas. En este caso, se trata del miedo a sentirnos cuestionados, no aprobados o rechazados, a consecuencia de las decisiones que tomamos con nuestro emprendimiento.

La necesidad de ser aceptado y encajar

Somos seres sociales por naturaleza. En días pasados, cuando conversamos sobre la Necesidad de logro en el emprendedor hicimos referencia a la teoría de McClelland de las motivaciones aprendidas. En ese momento, comentamos que la teoría de este psicólogo, que data de 1961, destacaba tres motivaciones básicas en todo ser humano: necesidad de logro, necesidad de afiliación y necesidad de poder.

La necesidad de afiliación, de acuerdo con la teoría de McClelland, implica la necesidad de pertenecer al grupo, de sentirse parte de su entorno y ser aceptado.

El miedo a ser juzgado es la contraparte de esta necesidad básica de afiliación y refleja el miedo a no ser aceptado o a no encajar adecuadamente en tu entorno.

Cuando nuestra necesidad de afiliación es muy fuerte, se incrementa el temor a no ser aceptado o no encajar adecuadamente en nuestro entorno.

Cuando nos comportamos empujados por esta alta necesidad de afiliación y movidos por un alto temor a ser juzgados, tendemos a buscar ser complacientes y decidir en base a lo que los otros consideran adecuado más que guiados por nuestras propias convicciones.

Un miedo que se origina en nuestra infancia

El miedo a ser juzgado se origina desde la infancia a lo largo de nuestra formación. Cuando somos niños, tendemos a actuar buscando la aprobación de nuestros padres y maestros. A medida que vamos creciendo, actuamos buscando aprobación de nuestros grupos de pares, nuestros amigos. Al entrar a enfrentarnos a la vida profesional buscamos la aprobación de colegas, jefes, clientes y colaboradores.

Si durante ese proceso de formación aprendimos que siendo nosotros mismos podemos generar rechazo, es más probable que tendamos a ocultar nuestra propia forma de ser y disfrazarla para que luzca mejor ante los otros.

El miedo a ser juzgado, cuando se desarrolla desde la infancia, nos hace evitar mostrarnos como somos y preferir adoptar conductas, creencias y valores que pensamos que a los demás agradan más y los motivarán a aceptarnos mejor.

Miedo a evaluación negativa

Como concepto psicológico, el miedo a ser juzgado se conceptualiza como Miedo a una Evaluación Negativa (FNE por sus siglas en inglés: Fear of Negative Evaluation). Existen estudios que han desarrollado escalas para medir este miedo.

En su forma más extrema e irracional, el miedo a ser juzgado se convierte en lo que se conoce como Ansiedad Social o Fobia Social. Por supuesto, esto es un caso extremo, que ya requeriría asesoría de un profesional especializado. No queremos centrarnos hoy en los extremos patológicos, sino en el miedo, normal y frecuente, de que alguien opine que lo que hacemos y las decisiones que tomamos no son correctas y, por ende, nos desacrediten.

Cómo afecta al emprendedor el miedo a ser juzgado

El miedo a ser juzgado nos detiene y nos retrasa en el camino para lograr nuestros sueños y nuestros objetivos.

El miedo a ser juzgado se manifiesta de diversas formas. Es el miedo al famoso “qué dirán”, miedo a hacer el ridículo, miedo a decepcionar a los demás. En todos estos casos es el miedo a exponernos a la opinión del otro.

Cuando sentimos miedo de que los demás puedan criticar lo que hacemos, se genera un círculo vicioso muy negativo.

El círculo vicioso del miedo a ser juzgado

Como tenemos miedo a exponernos a la crítica, este miedo afecta nuestra ejecución y lo que en condiciones normales podría salir bien, incrementa sus probabilidades de salir mal, porque estamos nerviosos y ansiosos. Como las cosas salen mal (o “menos bien” que lo esperado), no recibimos aprobación y se refuerza nuestro miedo inicial a la crítica.

Imagina por ejemplo una situación en la que tienes que hacer una presentación importante a un cliente sobre tu proyecto. Aunque te has preparado muy bien y dominas el tema a la perfección, tienes miedo de que tu idea no sea aceptada. Ese miedo, te genera ansiedad y en el momento de enfrentar a tu cliente, la ansiedad te impide dar lo mejor de ti. En consecuencia, tu presentación no es todo lo buena que podría haber sido y no generas la impresión adecuada en tu cliente, causando que rechace tu idea o haga juicios y críticas a tu proyecto.

Como ves, el miedo al rechazo afecta tu conducta, tu conducta que no es óptima afecta el resultado y el resultado de baja calidad genera crítica y rechazo, reforzando tu miedo inicial.

Como todo círculo vicioso, la forma de terminarlo es cortarlo por algún punto para que no se continúe retro alimentando.

Y debes romper el círculo por aquel punto sobre el cual tú tienes el control. Y este punto es tu miedo a ser juzgado. Si controlas tu miedo a ser juzgado rompes el círculo vicioso.

Cómo superar el miedo a ser juzgado

El miedo a ser juzgado se basa en una situación hipotética, algo que no es real aún y no necesariamente ocurrirá. Como no has actuado no hay forma de que efectivamente te juzguen o te critiquen. En consecuencia, estás asustado por algo que potencialmente podrías sentir, pero no tienes certeza de que así será.

Y eso es una excelente noticia, porque como se basa en algo que no ha ocurrido, es posible controlarlo y cambiarlo.

A continuación, te comparto algunas estrategias que puedes utilizar para controlar tu miedo a ser juzgado, cuando te des cuenta de que ese es el motivo de tus indecisiones a actuar:

  1. Conócete a ti mismo. Conoce tus fortalezas y debilidades. Cuando sabes de lo que eres o no capaz, es más difícil que otro te convenza con facilidad de que eres incapaz o de que tu probabilidad de fracasar es alta.

  2. Trabaja fuerte en tu autoestima y en tu confianza en ti mismo. Valórate por lo que eres. Se tú mismo. Ser auténtico es más valioso que complacer a otros, de modo que es importante que te sientas a gusto contigo mismo y sepas lo que vales. Sobre todo, que entiendas que lo que tú vales no depende de lo que otro piense de ti.

  3. Rechaza el miedo. Atrévete a decir “si” a tu intuición y a lo que tu fuero interno, tu corazón y tu raciocinio te dicen que es el camino correcto.

  4. Invierte en ti mismo. Estudia y busca siempre mejorar. Con esto, sentirás cada vez mayor seguridad acerca de tus capacidades y destrezas.

  5. Apaga tu voz de crítica interna. Muchas veces eres tú mismo quien sabotea tu propio esfuerzo. Antes de que otro te critique, se burle o te desanime, ya tú te has ocupado de hacerlo contigo mismo. Cuando esa voz de crítica interna cuestiona tus planes y lo que sabes que puedes lograr, aprende a callarla. No te autodestruyas.

  6. Acepta que siempre habrá alguien que criticará, no importa lo que hagas. Déjalos que hablen. Por más esfuerzo que hagamos, ninguno logrará agradar y satisfacer a todos los demás siempre.

  7. Evita que lo que los demás piensan de ti te afecte emocionalmente. Acepta las críticas y aprende a darles su tratamiento adecuado. A veces los juicios de los otros te abren los ojos y te ayudan a ser mejor. Otras veces, solo te dañan. Mientras mejor te conozcas, te será más fácil aprender a diferenciar entre ambos.

  8. Trata de que lo que lo demás piensan de ti no se convierta en la guía de tus decisiones. Aprende a tomar decisiones en base a tu criterio. Si pides consejo o estás expuesto a otros, toma en cuenta todos los comentarios y sugerencias que te parezcan adecuadas, pero nunca decidas en base al criterio de otro ni no se corresponde con tu propio criterio.

  9. Deja tú de juzgar a otros. Aunque pensemos que no, nosotros mismos juzgamos constantemente a los que nos rodean. Desde criticar su forma de expresarse hasta su estilo personal y sus decisiones de negocio, estoy segura de que si prestas atención detallada a tu propia conducta puedes identificar a diario momentos en los que aún sin mala intención tiendes a emitir juicios sobre otros sin que te lo hayan solicitado. Cada vez que te descubras emitiendo juicios sobre otro, para en seco y suspende esa actividad. Con el tiempo, a medida que tú mismo emitas menos juicios sobre los demás, poco a poco irás sintiendo menos aprehensión respecto a la posibilidad de que otro pueda hacer lo mismo hacia ti.


Anterior
Anterior

La perseverancia como rasgo que apoya el éxito en el emprendedor.

Siguiente
Siguiente

Necesidad de logro: característica que distingue a los emprendedores